Un coche aparcado a un lado de una carretera desierta a las afueras de la ciudad fue testigo de la pasión de dos amantes a medianoche. El hombre acercó a la mujer al asiento de al lado y presionó sus labios contra los de ella. El espacio reducido del coche aumentó su deseo. La falda de la mujer se subió rápidamente y, mientras las manos del hombre recorrían sus piernas, la mujer suspiró de placer. Cuando las ventanas empezaron a empañarse, la temperatura interior alcanzó su punto máximo. Mientras el hombre se embarcaba en un apasionado viaje sobre el cuerpo de la mujer que había colocado en el asiento, solo el sonido del viento resonaba en el exterior. El placer de la pareja en ese momento quedó grabado en la noche como un secreto que solo les pertenecía a ellos dos.